Dibujo de un corazón con un lazo de regalo y un cupido con los ojos vendados

Cuando San Valentín era San bullying


Esta semana tenía otros temas programados para el blog pero me di cuenta que hoy es San Valentín. Bueno, me lo recordó la avalancha de anuncios que salen por todas partes spameando con lo bonita que es la fecha. Así que os voy a contar un historia de San Bullying.

Yo tengo que reconocer que no me causa especial emoción e incluso hubo momentos de mi vida que la odié con todas mis ganas. 
Hoy os explicaré porqué y entenderéis qué tiene que ver  con el contenido del blog.

Hace ya un tiempo escribí un articulo sobre El bullying y la discapacidad. Mi pequeña historia. Y parte de esa historia tiene que ver con San Valentín, como ya comenté en aquella ocasión.

En los últimos meses he pasado una época bastante delicada y curiosamente en alguna de aquellas noches de pesadillas y recuerdos mi mente me sorprendió llevándome a mi época de instituto. Reviví de alguna manera la sensación de querer hacer un pozo en la tierra y desaparecer. Me desperté sobresaltada y extrañada de rememorar algo que ya creía superado.

La psicóloga dice que vivimos ciclos que se suelen repetir y que de los malos momentos hay que aprender para luego afrontar lo que venga. Creo que es totalmente cierto. 

Y todo esto me ha llevado hasta hoy y a querer contar ese horrible San Valentín de 1996. Primer año de instituto. Llevaba ya unos cuantos padeciendo las tonterías de niños del cole pero, aunque me dolía, no llegaba a mayores.

14 de febrero de 1996. En el instituto se propone una actividad por tan bonito día. Hacer un buzón de San Valentín donde los alumnos pueden dejar sus cartas para otros y luego se repartirán.
Dicho y hecho. En plena edad del pavo muchos romances se confirmaron ahí pero también se utilizó el anonimato para hacer daño.

Yo recibí un par de cartas, creo. Tengo un pequeño bloqueo de lo que pasó esos días. Una muy bonita de algunas compis de clase pero otra que me desmoronó por completo. Fue el culmen de notitas pasadas, burlas, intentos de zancadillas en el pasillo… y otras tantas cosas que, gracias a mi discapacidad visual y mi ingenuidad, no vi.

La cartita trajo bastante cola. Lo que ponía en ella lo recuerdo vagamente: mis gafas, mi físico, mi timidez exagerada,  el acercarme al libro para poder leer, etc, etc.

Yo me callé pero algunas de mis compañeras al ver la carta me acompañaron (más bien, me obligaron a ir) hasta el director. Yo me moría de vergüenza. No sabía de quién exactamente fue la idea de machacarme pero había un grupito que se llevaba todas las papeletas. ¡Me sentía tan inferior, tan pequeñita en aquel momento!
Quería desaparecer.

Lo que vino después fue un ciclón en el instituto. Varios profesores se recorrieron las clases buscando al culpable o culpables y en cada aula cayeron charlas sobre respeto y demás. 

Ahora entiendo la situación y lo importante de decir las cosas pero en aquel instante cada palabra, cada gesto me hacía sobrecogerme. Solo miraba mi cuaderno y dibujaba líneas pensando en una huida que mi vergüenza tampoco me dejaba ejecutar.

Recuerdo nítidamente aquella clase de Ciencias de 1° de BUP. La profe, Mercedes, hizo un alegato por el respeto que no olvidaré. No por las palabras sino por el pequeño sosiego que me produjo. No fue la única. Profesores que, desgraciadamente ya no están, y otros que sí, fueron un gran apoyo.

Ese día fue la gota que colmó el vaso. Meses después, afortunadamente mi vida fue mejorando. Ciertos miedos surgían de vez en cuando en situaciones poco agradables pero algo había cambiado.

Aquellos años de instituto conocí gente que valió mucho la pena. A algunos le perdí la pista, otros siguen aún muy presentes a pesar de la distancia y hemos compartido momentos memorables tras tantos años de amistad.

Por lo que sé, el jueguecito de San Valentín tardó bastantes años en volver a hacerse en el instituto. Lo siento por los amores que se quedaron sin carta de declaración. 

Desgraciadamente el bullying sigue muy presente hoy en día. Ojalá hubiese una manera fácil de solucionarlo pero todo parte del respeto y la educación que nos inculcan y que inculcamos a nuestros hijos.

Ya para finalizar y para que nos quede un buen sabor de boca os dejo un trocito de una novela que descubrí recientemente (de la cual Glo y yo nos tragamos los 171 capítulos del tirón). Se trata de un ficción argentina titulada Las Estrellas. En ella una de las protagonistas tiene una discapacidad (Síndrome te Tourette) y explica cómo el amor le ha cambiado su forma de ver el mundo y dejar atrás todas las burlas y desprecios que le hacían en la infancia y también de mayor. Además es un amor especial. Nos encantó. Espero que a vosotros también.

El amor y el bullying. Confesiones de Flor en Las Estrellas

Y si sois de festejar esta fecha ¡que tengáis un precioso día de culto al amor!


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