Manos de colores Imagen – Prawny |
Hace unos días leí una noticia que me impactó un poco. No por ser un boom o una exclusiva importante sino porque me hizo reflexionar, una vez más, sobre si realmente vivimos en una sociedad inclusiva o solo es un espejismo.
¿Y que me llevó a tal estado? Pues que el Consejo de Ministros iba a aprobar el anteproyecto para una nueva Ley del Voluntariado en la que por primera vez se mencionará la discapacidad.
En ella aparecerá explícitamente la posibilidad de que una persona con discapacidad pueda formar parte del voluntariado y que además esta no puede ser discriminada para tal función.
Se puede consultar el documento resumen en pdf del Anteproyecto de Ley del Voluntariado.
Una vez más creo que las leyes van un poco por detrás de la sociedad. Me parecería muy muy raro que no haya decenas, centenares o incluso miles de personas con una discapacidad que participan de manera altruista en ONGs u otras instituciones sin ánimo de lucro cada día. Que donan un poquito de su tiempo en ayudar a otras personas, a preservar la naturaleza, a educar, etc.
Es más, el espíritu de superación de muchos de nosotros nos hace ser más entusiastas en nuestras tareas de voluntariado porque sabemos lo importantes que son.
La inclusión verdadera es aquella en la que todos podemos disfrutar de plenos derechos dentro de la sociedad y considero que no hay mejor satisfacción que ser útil para los demás. Una pequeña aportación al mundo nos permite verlo de otra manera y nos hace sentirnos parte de él ¿No es eso la inclusión?
Cuando hace unos meses entré a formar parte de Protección Civil tuve muchas dudas. Quería que me conociesen como soy, con mis capacidades y mis fortalezas. Que no me viesen simplemente con el cartel de «discapacidad». Nadie conoce como yo mis límites y sé qué puedo ser útil en muchos momentos y en otros basta con pedir una ayudita.
Hoy puedo asegurar que la experiencia está valiendo la pena. Ser útil a los demás te llena de una fuerza increíble y hace que tu vida tenga un color diferente. Las situaciones difíciles te enseñan a superar, más si cabe, tus propios límites, y las bonitas te ayudan a afrontar cada día con ganas de seguir creciendo.
Por eso digo que ya iba siendo hora de hacernos visibles también como voluntarios. Que un voluntario con discapacidad puede hacer al grupo mucho mejor y que salimos todos beneficiados de la experiencia.
Si quieres, puedes. Hay muchas capacidades más allá de tu discapacidad. No dejes que esta les gane la batalla.
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