Hoy 2 de abril es el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo. Ya sabes que en este blog nos especializamos en la discapacidad visual pero en cuestiones de inclusión estamos todos juntos en la lucha.
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2 de abril. Día Mundial del Autismo
Da igual la discapacidad que tengamos: visual, auditiva, intelectual, psicosocial o física. Da igual la diversidad. Todos somos diversos. Da igual nuestro color de piel, nuestra orientación sexual, nuestra situación social…
La inclusión es un derecho de todos y, desgraciadamente, en tiempos de pandemia y confinamiento se están dando situaciones que hablan muy mal de algunos seres humanos.
Hoy estamos con las personas con autismo. Aprendiendo de ellas y apoyándoles.
Este artículo es por ellas pero también por nosotros. Una reflexión que todos, con o sin discapacidad, debemos hacer.
El coronavirus y los prejuicios
Con el aislamiento por coronavirus las personas con dicapacidad han sido puestas en el punto de mira por parte de cierta gente.
¿Frustrada? ¿Más preocupada en señalar a los demás que en su propia vida? ¿Queriendo llamar la atención?
Ya os comenté en un anterior alguna batallita del confinamiento.
A pesar de las indicaciones y restricciones, las personas con discapacidad podemos ir acompañadas de otra persona para poder realizar las salidas esenciales: supermercado, farmacia, banco… En algunos casos puede que la Policía u otros cuerpos y fuerzas del Estado nos soliciten demostrar nuestra condición mediante tarjeta o certificado de discapacidad. Lógico.
Hasta este punto todo normal. El problema ha surgido cuando niños y personas con trastornos de espectro autista u otras situaciones psicosociales necesitan salir de casa como una necesidad para su propia salud.
Parece que la sociedad no lo entiende. ¿Qué íbamos a esperar si a mucha gente aun le cuesta ponerse en la piel de los demás sobre todo de las que tienen discapacidad?
Cada uno tenemos nuestras necesidades. Y un niño con autismo necesita poder salir, no por capricho ni por juego, sino por su salud. Un adulto con ansiedad, por ejemplo, también.
Sin embargo, se han dado casos de gente desde sus ventanas o balcones insultando a esos padres y esos niños que tienen que salir por necesidad.
Insultando. Increíble. Y como muestra algunas noticias de los últimos días:
- Las familias con personas con trastornos del espectro del autismo lanzan un SOS, de El Mundo.
- Así viven la cuarentena los niños con TEA: “La diferencia con otras casas es que aquí reina el silencio”, de El País.
- Día Mundial del Autismo: “No voy a ponerle un lazo azul a mi hija, sería marcarla como al ganado”, de El País.
- Autismo en primera persona: “La calle es para mi hijo como la insulina para un diabético”, de la Vanguardia.
¿La gente no se pueden parar a pensar en las pocas ganas que tiene ese padre o esa madre de contagiarse o de que su hijo se contagie?
Sí, ya sabemos que hay personas sin escrúpulos que buscan cualquier excusa para salir a la calle o incluso irse a la costa o al pueblo, como si estuviesen de vacaciones.
Pero no deberíamos juzgar sin saber las circunstancias de los demás. De hecho, creo que es fácilmente diferenciable una situación y otra. Quien lo hace por necesidad y quien por estupidez.
Llegados al punto de desesperación de los padres de niños con autismo, o de las personas con algún trastorno desl espectro autista (u otro parecido), surgió una iniciativa que a mí me da más miedo que orgullo: los lazos azules.
Los lazos azules
Las redes se empezaron a llenar de mesajes, fotografías y vídeos animando a que estos niños o adultos que salen por necesidad utilizasen un lazo azul atado a su brazo.
¿Os suena de algo lo de llevar un lazo o una tira de tela atada al brazo (o a cualquier parte) para marcar?
Muchos pueden pensar optimistamente en aquellos campamentos de verano en el que nos dividían en grupos y nos daban un color para diferenciarnos.
Pero a mí, me recuerda a episodios más oscuros de nuestra historia. Al principio pensé que era sólo cosa mía pero encontré muchas más opiniones del estilo.
Pensemos en la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo. Se me viene a la memoria un cuadro que vimos en la Exposición sobre Auschwitz en el que se detallaban los colores de los brazaletes que le ponían a los esclavos de los campos de concentración. Me entran escalofríos.
¿Por qué queremos clasificar o marcar a una persona por su diferencia? ¿Qué necesidad hay de ello? ¿No hemos aprendido nada?
Queriendo visiblizar podemos caer en el estigma; en apartar una persona de las demás; en incidir en que es diferente.
Sí, las personas con discapacidad somos diferentes. Pero por si no lo sabes, todos somos diferentes. Y lo único que queremos es la inclusión.
Reivindicación vs. diferenciación
El azul como color reivindicativo me parece bien. El azul como color diferenciador o etiqueta, no.
Por eso estamos de acuerdo en promover acciones como: «Vístete con algo azul este 2 de abril«, pero no con el uso de brazaletes para que un gilipollas que se aburre en casa no les insulte.
Creo que se entiende el matiz. Entiendo que hay gente que apoya el lazo, quizá porque ya están hartos o cansado de tanto reproche y de dar explicaciones que no deberían de tener que dar. Cada uno tiene sus opiniones y percepciones.
Pero me niego a que nos clasifiquen por colores. ¿Tendremos que llevar un lazo verde las personas con baja visión también? ¿o cualquier otro colectivo con o sin discapacidad?
La verdad es que existe una línea muy delgada ente visibilización y segregación con esto de los colores y ciertas campañas. SUpongo que la diferencia está en la razón por la que se utilizan ciertos símbolos. Querer mostrar al mundo que existe el autismo (o cualquier otro trastorno o condición poco conocida) necesita de campañas de choque, llamativas. Pero también inclusivas.
No hay porque justificar ante alguien intolerante que se tiene una discapacidad. Hay que enseñarle a valorar a las personas y no señalar o insultar porque no es lo que ellos quieren.
Tenemos mucho que aprender de esta situación. Y, la verdad, algunos podrían usar su tiempo en casa para reflexionar un poquito sobre sus actuaciones.
No sé que te parecerá a ti que nos lees. Te animamos a que nos dejes tu opinión en el apartado de comentarios.
Y ya que tenemos tiempo en estos días de confinamiento os recomendamos Atypical (o Atípico, en español) una serie en Netflix que trata el TEA.